Mientras jugaba con algunos de sus compañeros a la orilla del
río se acercaron Eochaid y su esposa a disfrutar del escaso sol de verano
que aquel día había querido salir para variar. La pequeña Ainne jugaba
alrededor de su madre cuando un soldado se acercó llevando de las riendas un
poney para que la princesa lo montara. El Rī asintió dando permiso y el
hombre subió a la niña al lomo del pequeño animal. Los poneys eran fuertes y
acostumbrados a la fatiga y solían ser tranquilos, pero a pesar de lo que
pudiera parecer por el tamaño de sus patas, eran relativamente veloces. La niña
reía observada por sus padres mientras los niños se entrenaban luchando con sus
manos en una especie de lucha grecorromana desnudos de cintura para arriba.
Maeve les animaba tímidamente ya que no quería volver a ser objetivo de los
reproches de su padre. De pronto el poney se asustó y se le escapó al soldado
de la mano.
Los gritos de la familia hicieron que todos se giraran. La
reina arrodillada con los brazos extendidos señalaba hacia donde se
desarrollaba la tragedia. Eochaid y el soldado corrían tras el poney donde se
aferraba la pequeña Ainne. Los muchachos se quedaron boquiabiertos sin saber
como reaccionar. El instructor soltó al chico con el que se ejercitaba y salió
en pos del cuadrúpedo que se alejaba con la niña encima. Las largas crines
ayudaban a que se asiera la pequeña que, de caerse se estrellaría contra un
suelo cuajado de piedras cortantes como navajas. Los tres hombres trataban de
rodear al caballo para hacerlo detenerse abriendo los brazos. En uno de los
giros, con la niña ya casi colgando en el vacío, el poney se acercó a donde
estaban los muchachos. Deri no se lo pensó dos veces y se tiró al cuello del
caballo. Éste se encabritó tratando de quitárselo de encima. Deri sintió que
las crines se le escurrían de las manos y se asió con fuerza a lo primero que
agarró. Por suerte fue la oreja del equino, el cual torció la cabeza y dobló las
patas delanteras, deteniéndose y arrodillándose. Deri le tomó del labio superior
y, tirando hacia sí, le torció el cuello hasta dejarlo indefenso. Subió su pierna
sobre el grueso cuello del animal y se sentó sobre él a horcajadas.
Inmediatamente los dos hombres que lo perseguían se lanzaron sobre las patas
que seguían coceando al aire y lograron reducirlo definitivamente. Eochaid
recogió a la pequeña Ainne y poniéndola sobre sus propios pies comprobó su
estado. Tan sólo algún arañazo y un golpe en la rodilla parecía, a simple vista,
ser el daño de la niña. Deri se levantó con el cuerpo cubierto de cortes del
forcejeo en el suelo sobre las piedras. El resto de compañeros se arremolinó en
torno al pequeño héroe mientras los dos hombres soltaban al poney que, una vez
libre, se sacudió las crines y se alejó unos metros para ir a beber al río. La
reina y Maeve llegaron después. La mujer lloraba abrazando a su pequeña
mientras la jovencita se acercó a ver qué le había sucedido a su amigo.
— ¿Estás
bien?
— Sí
— dijo el joven Alasdeir. — Sólo es un rasguño.
Eochaid y su esposa se dispusieron a marcharse hacia el dūn
dando por finalizada la tarde. El instructor de Alasdeir estaba revisando los
cortes de sus piernas cuando una mano se posó en su hombro. Era Eochaid que se
había vuelto tras dejar a su esposa e hijas al cuidado de algunos cortesanos
que acudían a ver que era aquel barullo.
— Joven,
has sido un valiente. Serás recompensado por ello como mereces.
El Rī se retiró y los muchachos felicitaron a Alasdeir, mientras
el hombre grande les ordenaba recoger todo para volver al dūn a que le vieran
las heridas.
Al día siguiente le permitieron quedarse en cama y curarse de
las magulladuras. Deri estaba totalmente dolorido. De pronto alguien abrió la
portezuela. La melena de color de fuego de Maeve iluminó el hueco.
— Has
hecho algo que ni siquiera un soldado de mi padre habría hecho.
— No
digas tonterías, tan sólo tiré de la oreja de ese poney.
— Te
expusiste al peligro sin pensar en las consecuencias. Eres todo un héroe.
Alasdeir sonrió mientras Maeve se sentaba a su lado y le miraba
las piernas. A pesar de que eran cortes superficiales mostraban un aspecto
desolador.
— ¿Duele
mucho? — preguntó con cara de preocupación.
— Sólo
si me muevo — dijo mientras la chica rozaba con los dedos las heridas. — Y si
me tocas, ten cuidado — Maeve dio un respingo.
Al anochecer el hombre grande vino a buscarle ya que el Rī
deseaba verle. Como pudo se incorporó ya que las heridas empezaban a secarse y
le producía una dolorosa tirantez. Caminaba con dificultad pero firme. El instructor le
acompañaba con la mano en el hombro mirando hacia el frente. Llegaron al salón
del Rī. Éste estaba allí con su esposa e hijas. En derredor suyo se disponían
una serie de hombres que componían la corte del Rī Eochaid del Connacht. Con un
gesto le hizo acercarse y el hombre grande le indicó con una leve presión en el
hombro que debía arrodillarse. Con un gesto de dolor se colocó como estaba
prescrito.
— Ayer
demostraste tener un valor superior a todos tus compañeros y al de muchos
hombres hechos y derechos — dijo el Rī dirigiéndose a sus nobles.
Los nobles se miraron y asintieron. El Rī se levantó y dio un
paso hacia él. Alasdeir se estremeció ante la cercanía de tan poderoso señor.
— Creo
que te debo una disculpa — dijo ante el estupor de todos, incluido el joven. —
Creo que mi hija no tendría mejor hermano que tú. Desde hoy tienes mi permiso
para que podáis estar juntos el tiempo que vuestras obligaciones os permitan.
El hombre grande dio un ligero puntapié a Alasdeir y este
agradeció al rey sus palabras.
— Además,
en cuanto acabes tu formación serás nombrado guardián personal de la Reina y de
mis hijas. En tus manos estarán cuidadas como bajo la custodia del mejor de mis
perros.
Alasdeir recordó la historia del pequeño Setanta, el mayor
héroe legendario del Ulster.
"Setanta era sobrino del Rī Connor McNessa de Ulster y de niño se entrenaba junto a los hijos de los
nobles del reino, como hacía él ahora. Una tarde el Rī fue invitado por un rico
herrero de la zona llamado Cullan. Connor preguntó a Setanta si quería
acompañarle y éste, que estaba jugando a hurling (especie de jockey) con
sus compañeros, le dijo que iría más tarde. En el banquete todos bebieron y
comieron sin advertir al herrero de que faltaba un invitado. Cullan solía
soltar un enorme perro muy fiero que guardaba su fortaleza al caer la noche. De
pronto unos ladridos formidables asustaron a los comensales y todos repararon
en que el can habría detectado la presencia de Setanta. Cullan se horrorizó
pues imaginó que el pobre chico ahora sólo seria un cadáver ensangrentado. Nada
más lejos de la realidad, Setanta al ver al perro lanzó la pelota de hurling
directo a la boca y ya, desarmada la bestia al no poder morderle, la remató con
el bate. Cuando todos vitoreaban al valiente Setanta observaron que Cullan sin
embargo lloraba junto a su perro. Setanta, arrepentido, se acercó al herrero y
le prometió criar un perro para reponer a su animal perdido y mientras tanto él
mismo le serviría como el más fiero de los canes. Este amable gesto le valió el nombre con el que todos le
conocerían más tarde, Cu Chullain, el podenco de Cullan."
Eochaid volvió a sentarse
y Deri se levantó para marcharse. Cuando casi estaba a punto de salir, el Rī le
habló.
— Una
vez me dijiste que nunca serias un hombre de Connacht. En aquel momento lo tomé
como un insulto. Hoy te puedo decir que eres un orgullo para mí y que ojalá
todos los hombres de Connacht fueran tan nobles como tú. Ese nombre con el que
algunos se ríen de ti a tus espaldas, sea a partir de hoy un ejemplo para tus
compañeros, Uladh.
— Gracias
mi señor.
Alasdeir se marchó henchido de orgullo y sus compañeros le
esperaban en el patio. Se agruparon a su alrededor y sin atender a sus ruegos y
gestos de dolor lo alzaron sobre los hombros del mayor de ellos. “¡Uladh, Uladh!”
gritaban a coro. Desde una ventana la rubia melena de Maeve observaba orgullosa
al que ahora ya era oficialmente su hermano.
1 comentario:
Y ahí tenemos el nombre guerrero de Deri, por el que será conocido desde ese momento.
¡Se me ha hecho corto!
Un saludo, tío Uladh. Cada vez se pone mejor ;)
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